Hay un profundo sentido de intranquilidad en nuestro mundo rápidamente cambiante. Todos sabemos que algo se ha perdidio, pero no sabemos por qué ni hacia dònde se dirige.  La cultura popular dice que todo se trata de mí – que el fin justifica los medios, que el amor significa autosatisfacción, que el estatus y la apariencia son lo que cuentan. Esta perspective finalmente autodestructiva se ha infiltrado completamente en la iglesia, mientras la confusión reemplaza a la convicción.

Nuestra vista distorcionada de dios es la raíz de todos nuestros promblemas.

Hemos creado un dios en nuestra mentes que sólo vagamente se asemeja al Dios de las Escrituras. Estos ídolos mentales consuelan nuestras emociones, pero son impotentes para librarnos del mal o transformar nuestras vidas. El camino de regreso, el camino de la esperanza, comienza al conocer a Dios como Él realmente es.